jueves, 27 de marzo de 2014

MI CIBERNOVIA GORDITA

No podía ser de otra forma y, como os prometí, aquí teneis la primera historia de esta sección. No tiene desperdicio.


   Hace mucho de esto y, sin embargo, aún me retuerzo cuando lo revivo. Una vez me eché una novia por internet y, la verdad, tal como me fue a mí, no se lo recomiendo a nadie. Tras más de 8 meses hablando por messenger, porque por entonces se hacía así (¡que tiempos el messenger!) ella subió a verme a mi ciudad.

   Habíamos chateado muchísimos días, incluso noches, horas y horas en las que era genial. Parecíamos ser el uno para el otro, congeniábamos perfectamente. Yo me lo pasaba genial y ella se reía mogollón, muchos jijijis y jajajas. Después de todo ese tiempo nos considerábamos novios y nos decíamos "te quiero". Obviamente, había visto fotos de ella, cierto es que solo salía de cara, pero no parecía mala cosa y habíamos hablado por teléfono, eso era lo más excitante de todo, escuchar su encantadora voz y sentir algo de realidad de aquella "ciberchica", tenía una voz dulcísima que me ponía loquísimo.



   Sin embargo, cuando nos vimos la cosa fue bien distinta. Quedamos en que yo la recogería en la puerta de su hotel y nada más llegar OH MY GOD!! MODEFAKIN! ¿pero esto que es? era un orco de nivel 99, me la habían dado con queso. ¡Qué manera de engañarme! He de reconocer que tuve ganas de salir corriendo pero, demasiado tarde, ella ya me había visto y hubo un tiempo en que tuve vergüenza y sentimientos. Me compadecí, puse mi sonrisa más falsa y me quedé. Ella me abrazó porque, joder, yo estoy bien, estaría encantada. Me sentí como un bocadillo de panceta, se aferraba a mí con todas sus fuerzas. 

   Dimos unas vueltas juntos por el centro de la ciudad de la mano agarrados, llamadme romántico. No me atrevía a decirle nada, me sentía fatal por ella y andábamos supercallados, nada que ver con las megacharlas por messenger. Ella parecía superfeliz, pero también estaba muy callada. Algo sospechó, quizá porque trate de empujarla por una escalera. Me preguntó: "¿no te gusto?" Ponte en mi lugar, pero ¿qué le vas a decir? "pues claro que me gustas, solo es que estoy nerviosillo, ya sabes, tanto esperando" [para salir corriendo]" Mi mentira funcionó porque ella empezó a ofrecerse y bueno, la besé. La cuestión es que nos fuimos  a un parque cercano, la pasión se desbordó, y terminé haciéndole un spiderman. Aprovechando el anonimato, confesaré que me gustó, desconozco la razón científica, pero a los hombres el olor a marisco nos pone burracos, es así.

   Al día siguiente, inexplicablemente y a pesar del riesgo de fuga, volví a quedar con ella. Esta vez nos quedamos en el hotel y volvimos a liarnos, pero con todas las consecuencias. La carne es débil y ¿por qué  no? me dije. Mi inexperiencia [y la suya también por supuesto] hizo de aquello uno de los peores momentos de mi historial de gigolo. Vamos, que no conseguimos meter el pájaro en la jaula y tuvimos que desistir tras intensos segundos restregándonos. Ambos quedamos humillados, avergonzados y con un severo trauma.

   Se fue al acabar el fin de semana, nos despedimos y, pocos días después, le comuniqué el game over sin que opusiera la mínima resistencia. Imagino que ambos queríamos olvidar aquello sin más. Aún estoy planteándome denunciar a messenger ¡Qué tiempos el messenger!

historia editada por @Roberto07439503

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